La plática
Entré al pequeño cubículo.
Me saludó con un efusivo abrazo e hice lo propio.
Después me invitó a sentarme en la única silla que hay para las visitas en su oficina.
-¿Cómo está la ciudad?
-Tranquila Lic. Al menos no sé de algo extraordinario, por qué, sabe usted algo.
-No. Sólo preguntaba ya vez que son vacaciones ahorita.
-Claro, pero no nada Lic. Y que onda. Por cierto le he quedado mal con eso.
-Sí, pero cuando quieras tráelo, aquí tengo copiadora.
-No es por eso Lic. Es que luego se me olvida, ando de aquí para allá y usted sabe como es esto.
-Sí, pero sólo quiero saber qué pasó con Cristian. Me interesa.
-Ok Lic.
-Sabes, su papá iba a ir a hablar con “El Macumba” allá a La Palma.
- ¿Y eso?
-Pues es que quiere saber dónde está el cuerpo. Y es que hace muchos años, cuando El Macumba llegó a Tijuana el papá lo ayudó.
- A ver cómo está eso.
- Pues sí, él lo conoció hace muchos años, incluso le dio trabajo en un restaurante o le consiguió la chamba, algo así.
-Órale.
-Entonces pues quería verlo para que a través de él le dijeran dónde está el cuerpo. Está muy triste. Pero le dije que no, que eso no porque que tal y salía otra cosa.
-Claro Lic. Esa gente esta cabrona, mejor ni meterse, para qué.
-Sí, lo mismo le dije y pues ya no lo hizo. Pero quiere quitarse la duda. Por eso ocupo ese favor. Así que ahí te encargo.
-Ok Lic, ya sabe.
-Tsssss, tssss, tssss, tssss, vibraba el Nextel, marca Motorola, color negro.
-Bueno. Qué pasó. No, dime. Decía a su interlocutor.
-Ya compré los boletos, nos vemos allá, nada más falta (dijo un nombre), pero ya los míos y los del otro ya están.
- Placksh, sonó después de colgar el teléfono y colocarlo en la repisa.
-Es un amigo, dijo. Quedamos de vernos allá en Cancún. Es de feria el morro. Buena onda y como hemos salido con él, nos invitó al hotel que tiene su papá allá.
-Órale.
-Así que la Navidad no la pasaré aquí, pero luego nos vemos.
-Claro Lic. Pues bueno yo también tengo que irme y estamos en eso.
-Espérate.
-¿Qué pasó?.
-Llévate esto. Espero que te sirva, sólo te encargo que no salga este nombre.
-Ok Lic. Bueno nos vemos.
-Sale, cuídate.
Salí de la oficina, crucé de nuevo una puerta y llegué al recibidor. Dos pasos más y salí. Caminé de nuevo y llegué al elevador, entonces descendí al estacionamiento.
-Tssss, tssss, tssss, tssss. Era el celular.
-¿Bueno?
-Hola Lic.
-Dónde andas.
-Aquí en el Grand Hotel.
-Ok. Sabes es que ya está tú asunto.
-Cuál, no me acuerdo.
-Viajas mañana.
-Ahhh, órale ni me acordaba....
Me saludó con un efusivo abrazo e hice lo propio.
Después me invitó a sentarme en la única silla que hay para las visitas en su oficina.
-¿Cómo está la ciudad?
-Tranquila Lic. Al menos no sé de algo extraordinario, por qué, sabe usted algo.
-No. Sólo preguntaba ya vez que son vacaciones ahorita.
-Claro, pero no nada Lic. Y que onda. Por cierto le he quedado mal con eso.
-Sí, pero cuando quieras tráelo, aquí tengo copiadora.
-No es por eso Lic. Es que luego se me olvida, ando de aquí para allá y usted sabe como es esto.
-Sí, pero sólo quiero saber qué pasó con Cristian. Me interesa.
-Ok Lic.
-Sabes, su papá iba a ir a hablar con “El Macumba” allá a La Palma.
- ¿Y eso?
-Pues es que quiere saber dónde está el cuerpo. Y es que hace muchos años, cuando El Macumba llegó a Tijuana el papá lo ayudó.
- A ver cómo está eso.
- Pues sí, él lo conoció hace muchos años, incluso le dio trabajo en un restaurante o le consiguió la chamba, algo así.
-Órale.
-Entonces pues quería verlo para que a través de él le dijeran dónde está el cuerpo. Está muy triste. Pero le dije que no, que eso no porque que tal y salía otra cosa.
-Claro Lic. Esa gente esta cabrona, mejor ni meterse, para qué.
-Sí, lo mismo le dije y pues ya no lo hizo. Pero quiere quitarse la duda. Por eso ocupo ese favor. Así que ahí te encargo.
-Ok Lic, ya sabe.
-Tsssss, tssss, tssss, tssss, vibraba el Nextel, marca Motorola, color negro.
-Bueno. Qué pasó. No, dime. Decía a su interlocutor.
-Ya compré los boletos, nos vemos allá, nada más falta (dijo un nombre), pero ya los míos y los del otro ya están.
- Placksh, sonó después de colgar el teléfono y colocarlo en la repisa.
-Es un amigo, dijo. Quedamos de vernos allá en Cancún. Es de feria el morro. Buena onda y como hemos salido con él, nos invitó al hotel que tiene su papá allá.
-Órale.
-Así que la Navidad no la pasaré aquí, pero luego nos vemos.
-Claro Lic. Pues bueno yo también tengo que irme y estamos en eso.
-Espérate.
-¿Qué pasó?.
-Llévate esto. Espero que te sirva, sólo te encargo que no salga este nombre.
-Ok Lic. Bueno nos vemos.
-Sale, cuídate.
Salí de la oficina, crucé de nuevo una puerta y llegué al recibidor. Dos pasos más y salí. Caminé de nuevo y llegué al elevador, entonces descendí al estacionamiento.
-Tssss, tssss, tssss, tssss. Era el celular.
-¿Bueno?
-Hola Lic.
-Dónde andas.
-Aquí en el Grand Hotel.
-Ok. Sabes es que ya está tú asunto.
-Cuál, no me acuerdo.
-Viajas mañana.
-Ahhh, órale ni me acordaba....
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