"La Cúpula"
Estábamos en el funeral de Margarito. Un policía municipal de Tijuana asesinado junto con su familia.
Dormía cuando las primeras ráfagas de metralla atravesaron las paredes de su casa. Eran de madera, de esas puertas de garage que traen como desperdicio de Estados Unidos.
El hijo del oficial desayunaba cuando una de las balas le arrebató la vida. Y que decir de la esposa, minutos antes preparó el desayuno, y cuando inició la balacera, alistaba el uniforme del agente.
Todo se dio en pocos minutos. Un grupo de hombres armados dispararon a la casa del policía.
En la humilde vivienda tambien dormian otras hijas del oficial, quien a pesar de ser herido, salvó a una de ellas de una muerte segura.
El grupo armado se fue al lograr su cometido.
Horas antes, otros 'sicarios' asesinaron a otros dos policías en el bulevar Insurgentes de Tijuana, a la altura del Seminario.
Según se rumoró en aquel entonces, un auto se paró frente a los oficiales, justo cuando en un semáforo en rojo detuvieron la marcha del pick up en la que salían a patrullar. Los tomaron por sorpresa.
Así inició esa triste noche de enero.
No pasó ni una hora, cuando en la popular colonia Tres de Octubre, se reportó un segundo tiroteo. Ahí la víctima fue un niño que dormía en la misma recámara con sus papás.
Tenían pocos meses de llegar a vivir a la casita de madera. La puerta de entrada era de metal, quedó toda llena de hoyos, igual que la pared que daba a la calle.
Los asesinos pretendían matar a otro policía que también dormía en casa con su familia, pero los 'gatilleros' se equivocaron. Dispararon a una casa equivocada. Eran del mismo color.
Depués de estos tres asesinatos, se dio el tiroteo en la casa de Margarito.
Aún no amanecia por completo y la Policía de Tijuana estaba de luto. Dos días después, se dio el adiós a los tres oficiales.
Era una ceremonia con muchas pausa en silencio. Minutos antes de terminar las honras funebres, muchos de los jefes y subjefes comenzaron a retirarse, mientras a lo lejos, unos a otros policías comenzaban a susurarse. Iban a la avenida 'Ermita' Sur, donde se decía estaba "el refuego".
Eran las once de la mañana y el fraccionamiento Cortez estaba rodeado de policias federales, militares, municipales, ministeriales y estatales.
Sin saberlo, llegamos a la zona de conflicto. Ya no avanzamos porque en medio de la calle estaba un hummer del Ejército Mexicano, y detrás de la tanqueta policías ministeriales, quienes con ademanes con las manos, nos pedían alejarnos.
Jorge dio reversa a la unidad para estacionarse en una esquina. Ya detenida la unidad bajé para revisar el areá, mientras tanto Jorge hacia lo necesario para lograr un enlace en vivo a la televisora.
Ni si quiera había observado bien el lugar, cuando escuché el zumbido de las balas de metralla. Me dio miedo -no tengo porque mentir-. Los disparos me hicieron darme cuenta que estábamos en una zona de riesgo.
Mi compañero me gritó que nos resguardaramos en la unidad. Los dos nos tiramos al piso mientras la antena subía de forma automática para luego orientarla e iniciar la transmisión remota a la estación de televisión.
Al correr, el zumbido de las balas se transformó en pequeñas lanzas de color gris que pasaban muy cerca de donde estaba la Unidad de Control Remoto.
Esperamos a que todo se calmara. Y asi fue. Tal vez tres o cuatro minutos, no recuerdo, porque Jorge ya habia logrado la comunicacion con la televisora.
Ya listos para salir al aire, de pronto la señal se esfumó. La esquirla de una bala, golpeó la microonda, eso hizo que se moviera la antena. Claro que en ese momento jamás nos dimos cuenta.
Cuando por fin se logró la comunicacion, los radios para comunicarnos entre reporteros, ya no funcionaron. Se saturaron la redes y era prácticamente imposible hablar con mis compañeros que estaban del otro lado de la zona en conflicto.
Entonces usé el teléfono celular. Así me me explicaron cómo estaba la situacion en la parte Oriente: Que policías habían subido a los techos para saber de donde disparaban los delincuentes, porque hasta ese momento todo era una incógnita, sólo se sabía que tras una persecución inició un tiroteo entre militares y delincuentes en el fraccionamiento Cortez.
En ese momento, los alumnos del jardin de niños 'Mi Alegria' comenzaron a ser desalojados conla ayuda de militares y policias ministeriales que llegaron en apoyo.
Los niños eran presa del panico por la lluvia de balas.
Al mismo tiempo, un helicoptero sobrevolaba el área para ubicar la casa dónde estaba escondido el grupo armado. Ya pasaban mas de una hora de iniciado el tiroteo y sólo se veia el arribo de mas y mas policías.
Casi una hora y media después de que llegamos, la microonda pudo enviar la señal y entonces logramos salir al aire para dar la noticia.
Al narrar lo que ahí pasaba, se escuchó un tiroteo. Creo fue el momento de mayor miedo, pero había que concentrarse en lo que sucedía. Yo estaba detras de la unidad, sólo me cubría la lamina. Al menos en algo podría ayudar, pero Jorge estaba a la vista, frente a mi con la cámara, su única arma, porque su espalda era un blanco perfecto. No se cuánto duró el enlace, pero se me hizo eterno.
A los pocos minutos de terminada la transmision me fui del lugar con Enrique, camarógrafo del canal. Por cierto, para llegar a donde estábamos, tuvo que sortear varios filtros de seguridad tanto del Ejército como de la policía local.
Cuando ya nos íbamos para abordar otra unidad, Alberto, también camarógrafo, me recomendó hacer una toma aérea.
Así que le explique a Enrique. Pero antes de lograrlo, teníamos que salir de la zona en conflicto y había un gran problema, las calles estaban cerradas por patrullas y policías esperando la orden para disparar.
Entonces pedimos ayuda a los oficiales y explicamos el motivo de nuestra salida sin regreso. Sólo así nos permitieron abandonar el lugar. Cuando ya estábamos a unas diez calles, subimos a un cerro cercano, a donde por cierto, un mes antes habíamos ido para hacer imágenes de la ciudad de Tijuana.
Ahí fue cuando a través del lente de la cámara de video Sony Cine Alta, observamos con el zoom a unas manchas que se movian a lo lejos.
Ya una vez ajustado el foco de la camara, nos dimos cuenta que eran policias federales en un techo. Unos 20 tal vez. De verdad que parecia una zona de guerra. Jamas he estado en una, pero me imagino porque cada movimiento que hacian los agentes era minimo y cauteloso.
Entre ellos estaba un jefe de la policia federal a quien meses antes habia conocido por mi trabajo como reportero.
Al mover el lente para revisar la zona, Enrique me llamo en silencio y me mostro una casa con una Cupula gigante que tenia todas las ventanas rotas. De pronto salio una rafaga de metralla de la casa.
Era la casa de "La Cúpula", asi le nombramos en ese momento. Ya teniamos que irnos, pero el inistio en quedarnos, asi que le hizo caso, pues es un camarografo con mucha experiencia.
Asi logramos captar justo el momento cuando se dio el ultimo tiroteo entre policias federales y los gatilleros, porque mientras por arriba trataban los atacaban, otro grupo de federales entraba a la vivienda y subia las escaleras para lanzar gas lacrimogeno y asi controlar a los delincuentes.
Esa imagen la recuerdo muy bien, parecia que lanzaban tierra mientras se oian los disparos, pero era la polvora mezclada con el polvo que dejaban los tabiques rojos que las balas no podian atravesar, pero si golpear con fuerza como un cincel.
Al ver que comenzaron a bajar los federales nos fuimos rumbo a la Cruz Roja, a donde fue trasladado un agente herido.
Despues nos enteramos que en la casa se encontraron un total de seis cadaveres. Uno de los cuerpor, era el de un 'gatillero' que se suicido. Pero antes, llamo a su familia con su telefono celular para despedirse.
Cinco personas fueron detenidas, entre ellas un ingeniero que una semana despues quedó libre pues no tenía nada que ver porque lo detuvieron en una casa contigua. Tambien un policía municipal recobró su libertad meses despues.
Lo detuvieron al estar en la zona, aunque a un federal se le olvidó que dicho agente, le había prestado un radio de comunicación y que por esa razon estaba en la zona de conflicto. Incluso su patrulla tenia disparos, pues fue de los primeros en llegar al domicilio donde vivian los sicarios. Al final, solo tres personas quedaron en prisión.
Era enero del 2008. Así inició el año más violento en la historia moderna de Tijuana.