Wednesday, January 05, 2005

Los celulares

No sé, pero cuando leí cuántos teléfonos celulares le decomisaron a Benjamín Arellano Félix el día que lo detuvieron, no lo podía creer.
Fueron 67, sí sesenta y siete teléfonos celulares.
Todos de diferentes marcas, colores y sabores.
En su mayoría comprados por su fiel amigo y escolta: "La Mojarra".
Lo más chido, saber que las placas que compraron para los autos que traían eran del Estado de México, conseguidas en las oficinas expendedoras que están en Ecatepec, municipio conocido como un Puerto Camaronero.

La plática

Entré al pequeño cubículo.
Me saludó con un efusivo abrazo e hice lo propio.
Después me invitó a sentarme en la única silla que hay para las visitas en su oficina.

-¿Cómo está la ciudad?
-Tranquila Lic. Al menos no sé de algo extraordinario, por qué, sabe usted algo.
-No. Sólo preguntaba ya vez que son vacaciones ahorita.
-Claro, pero no nada Lic. Y que onda. Por cierto le he quedado mal con eso.
-Sí, pero cuando quieras tráelo, aquí tengo copiadora.
-No es por eso Lic. Es que luego se me olvida, ando de aquí para allá y usted sabe como es esto.
-Sí, pero sólo quiero saber qué pasó con Cristian. Me interesa.
-Ok Lic.
-Sabes, su papá iba a ir a hablar con “El Macumba” allá a La Palma.
- ¿Y eso?
-Pues es que quiere saber dónde está el cuerpo. Y es que hace muchos años, cuando El Macumba llegó a Tijuana el papá lo ayudó.
- A ver cómo está eso.
- Pues sí, él lo conoció hace muchos años, incluso le dio trabajo en un restaurante o le consiguió la chamba, algo así.
-Órale.
-Entonces pues quería verlo para que a través de él le dijeran dónde está el cuerpo. Está muy triste. Pero le dije que no, que eso no porque que tal y salía otra cosa.
-Claro Lic. Esa gente esta cabrona, mejor ni meterse, para qué.
-Sí, lo mismo le dije y pues ya no lo hizo. Pero quiere quitarse la duda. Por eso ocupo ese favor. Así que ahí te encargo.
-Ok Lic, ya sabe.
-Tsssss, tssss, tssss, tssss, vibraba el Nextel, marca Motorola, color negro.
-Bueno. Qué pasó. No, dime. Decía a su interlocutor.
-Ya compré los boletos, nos vemos allá, nada más falta (dijo un nombre), pero ya los míos y los del otro ya están.
- Placksh, sonó después de colgar el teléfono y colocarlo en la repisa.
-Es un amigo, dijo. Quedamos de vernos allá en Cancún. Es de feria el morro. Buena onda y como hemos salido con él, nos invitó al hotel que tiene su papá allá.
-Órale.
-Así que la Navidad no la pasaré aquí, pero luego nos vemos.
-Claro Lic. Pues bueno yo también tengo que irme y estamos en eso.
-Espérate.
-¿Qué pasó?.
-Llévate esto. Espero que te sirva, sólo te encargo que no salga este nombre.
-Ok Lic. Bueno nos vemos.
-Sale, cuídate.

Salí de la oficina, crucé de nuevo una puerta y llegué al recibidor. Dos pasos más y salí. Caminé de nuevo y llegué al elevador, entonces descendí al estacionamiento.

-Tssss, tssss, tssss, tssss. Era el celular.
-¿Bueno?
-Hola Lic.
-Dónde andas.
-Aquí en el Grand Hotel.
-Ok. Sabes es que ya está tú asunto.
-Cuál, no me acuerdo.
-Viajas mañana.
-Ahhh, órale ni me acordaba....